La penetración de seguros en América Latina es baja en comparación con otras regiones, con una media del 3% del PIB frente al 7,1% mundial. Una mayor comprensión de los productos financieros y de seguros permitiría que las personas y empresas tomen decisiones responsables y sostenibles a largo plazo. Acompáñanos en esta nota en la que analizaremos un poco más las aristas de esta problemática.
10/3/25 | En la mayoría de los países de Latinoamérica, la educación financiera no forma parte de la currícula escolar obligatoria y muchas personas llegan a la adultez sin conocimientos básicos sobre ahorro, inversión, créditos o planificación financiera.
Adicional a este aspecto fundamental, el alto porcentaje de empleo informal en LATAM dificulta el acceso a productos financieros como cuentas bancarias, seguros o créditos, reduciendo las oportunidades de aprender a gestionar el dinero de manera formal. Esto resulta en la toma de créditos de manera desordenada, sin planificación ni comprensión de las tasas de interés, lo que los lleva a endeudarse excesivamente, pues, además, hay una cultura de consumo inmediato que favorece el gasto sobre el ahorro y la inversión.
Aunque la bancarización ha aumentado gracias a la digitalización y a la expansión de fintechs, aún existen muchas comunidades que no tienen acceso a servicios financieros básicos, lo que limita su inclusión. Sumado a ello, la inestabilidad económica, las inflaciones recurrentes y algunos casos de crisis bancarias han generado desconfianza en los sistemas financieros tradicionales, lo que hace que muchas personas prefieran ahorrar en efectivo o en dólares, en lugar de usar herramientas de inversión o ahorro bancario.
En América Latina, la penetración de seguros es baja (3% del PIB, frente a un promedio mundial del 7.1%). A pesar de todos estos retos, se han desarrollado iniciativas tanto públicas como privadas para mejorar la educación financiera. Bancos, fintechs, gobiernos y organizaciones sin fines de lucro han lanzado programas educativos y herramientas digitales para achicar la brecha.
Cuando las personas comprenden la importancia de los seguros, están más dispuestas a protegerse contra riesgos financieros, desastres naturales y eventos inesperados. Además, una población bien informada evita caer en fraudes o adquirir seguros inadecuados. Muchas personas no tienen acceso a seguros porque desconocen cómo funcionan. Mejorar la educación financiera ayuda a que más personas y pequeñas empresas accedan a coberturas esenciales.
Pensemos en un agricultor en América Latina que no tiene educación financiera podría desconocer la existencia de seguros contra sequías o inundaciones. Si esta persona enfrenta una pérdida total en su cosecha, puede endeudarse o perder su fuente de ingresos. Con educación financiera, entendería la importancia de asegurar su producción, lo que garantizaría la sostenibilidad de su negocio y la seguridad económica de su familia.
Otra forma de mitigar la falta de acceso al seguro es la generación de productos pequeños o microseguros en sectores de bajos ingresos llegando a esos nichos que difícilmente podrían acceder a una cobertura de otra manera, fortaleciendo la resiliencia financiera de comunidades vulnerables.
Las personas con educación financiera están más preparadas para gestionar su dinero de manera sostenible y enfrentar crisis económicas sin depender de endeudamiento excesivo. Un sector con clientes bien informados es más estable, con menor morosidad y mejor capacidad para enfrentar riesgos a largo plazo.